MujeR contra MujeR

sábado, junio 30, 2007

Ella... ¡ha regresado!

Por aquellos días de octubre tuve un sueño y no resistí la tentación de escribirlo, como suelo hacer en otras ocasiones, pero esta vez con un mar de sentimiento.
Dejo aquí lo que nació luego del momento onírico...


Es octubre… cuánto por recordar, por revivir, por querer apartar la mente una y otra vez del final anunciado que jamás se aceptó. Es octubre, y como entonces, desde hace 4 años, las imágenes de lo inevitable vuelven una y otra vez a mi mente y a mi corazón.

Es miércoles 11, a los 5 años y 1 mes… son las 7:00 y hay que apurar el arreglo personal para no llegar tarde al laburo, y por extraña coincidencia también es el día de la Mujer Boliviana. Ciertamente que recordé a todas las mujeres que han dejado huellas en mi ser, en mi corazón, en mi vida, en mi alma y en mente…

Y allí aparece otra vez…, allí está su imagen con su especial e inconfundible sonrisa que tantos sueños y esperanzas reconstruyó en mí…, su permanente buen humor ante las pequeñas y grandes cosas de la vida…, su andar inquieto casi bailando entre nubes…, su especial saludo de la mañana…, su pelo crespo bien peinado…, las palabras dulces para apresurar la partida mientras pone en funcionamiento el motorizado… ¡aaah, aquel motorizado!... No quedan más palabras, su presencia es tan palpable, tan cierta, tan real.

Producto de la prisa, una gota traviesa se ha incrustado en mi oído derecho provocando un dolorcillo incómodo, además de insoportable; pero, con dolor y todo, el día y su propio deber deben continuar.

Luego de la pesada jornada regresé a casa muy agotada, con muchas preguntas y mil suspiros partiéndome el alma y el corazón. Fui a la cama (no bien haber llegado), sin comer, sin beber… Podía más la fatiga que cualquier otro estímulo. No tardé en quedarme profundamente dormida… desperté cerca de las 00:30 con un dolor incapaz de soportar, el oído hacía estragos en cada rincón de mi cuerpo… me levanté y fui en busca de mis gotas y otros medicamentos… (Quizás sea bueno decir que mi cuerpo hace mucho no se siente bien y en todo puede advertir el implacable paso de los años; las continuas molestias que siempre me han preocupado, la frecuencia de una presión baja que jamás sospeché llegaría, el estrés de los últimos años cuando va terminando el año, la disminución de mi capacidad visual agravada por haber dejado de usar los lentes por más de un año y aquella incomodidad en los pulmones acentuando el dolor de mi espina dorsal… y aunque parece mi hoja de historia clínica, todo tiene una merecida justificación para entender a cabalidad lo que fue para mí, el mejor, pero a la vez, el más triste de mis sueños desde que ella partió…)

Luego de haber bebido algo de agua para completar mi dosis diaria y colocar un algodón en mi oído derecho, regresé a la cama. Sé que es de madrugada… lo sé por el frío en los pies luego de la grandiosa lluvia caída durante la tarde luego de intensos días de calor, propios del verano anticipado en plena primavera…

Y es entonces que “ella” aparece…, llega con un propósito especial… lo primero debe ser visitar al otorrino, no sin antes hacer notar que no cumplí una promesa y que habiendo pasado 4 años, y un poco más desde nuestro hermoso día de julio, en realidad casi nada cambió… la misma soledad, la misma rutina, los mismos resultados y los ya previstos, que como anunciada profecía, se han cumplido sin errores.

El diagnóstico médico es irrefutable y debe atenderse con la medicación correcta que ella se encarga de llevarla a cabo sin descuidar detalle. Sólo hay un pequeñísimo error, en el sueño me curan el oído izquierdo, y en mi mente, debo decir que menos mal no se ha percatado del derecho porque entonces sé que su dolor iría en aumento… La alimentación debe ser atendida con especial cuidado y es ella misma quien se encarga de administrarla, (me pregunto porqué Dios le ha concedido este viaje, es un gran privilegio tenerla de enfermera particular).

Sin embargo hay otra misión… y me sigo preguntando el porqué todo esto para ella, dejando caer mis lágrimas que no se contienen en la cuenca de mis ojos… Debemos asistir a un funeral… allí está ella despidiendo a la amiga incomparable, anunciando que éste era el momento preciso. No comprendo sus palabras y me apresuro a decirle que es difícil y doloroso decir adiós a los seres que amamos… Sé de su dolor al contemplar las pálidas mejillas de “V”, sé de la angustia callada, sé de la impotencia y la disimulada resignación, así que debo preguntar si éste también es mi momento. Ella me abraza con tristeza para agregar que me tocará repetir por segunda vez el rito ya aprendido aunque nunca aceptado ni comprendido en su totalidad… ¡Claro que es muy triste!, pero mi tiempo aún no ha llegado aunque falta poco y menos que antes. Comprendo entonces lo que mi cuerpo reclama en cada una de sus rebeldías y sé que todo esto tiene un fin…

Sus lágrimas, su dolor, su impotencia, su dolor inconmensurable…, me debilitan, me desarman de palabras y de gestos de cariño… ella sabe que no sé qué decir, que nunca tengo las palabras apropiadas en ocasiones así y otra vez es ella misma quien busca mi mayor consuelo. Sabe que no se pueden repetir momentos tan tristes, que esta vez sería más doloroso, pero debo hacerlo por el nexo que nos une y nos seguirá uniendo eternamente.

Para aprovechar bien la ocasión fuimos a tomarnos nuestro helado de frutilla. También debíamos tomarnos unas fotos que perpetuaran el mágico instante. Al posar, otro rostro se dibujó en el de ella por breves momentos, y es la voz de "E" la que me hace volver a la realidad. Debo preguntarle si PE le ha dicho cuál es el propósito de su visita, sin embargo "E" dice que no le está permitido revelármelo… para ese momento PE vuelve a ponerse mal y con las mismas deficiencias respiratorias de la primera vez… es necesario colocarle oxígeno, lo que significa prepararse para el comienzo del final.

La veo llorar, sus ojos, como los de entonces… los de septiembre, los de octubre y los de noviembre, van perdiendo el brillo de la vida terrena, pero se iluminan con los de la vida eterna… en la profundidad y tristeza de su mirada quedan marcadas las mismas promesas… el esperar pacientemente nuestro momento, el instante eterno que no es el tiempo humano, la grandeza del amor verdadero, de aquel que no admite dobleces, el amor que se comulga como bendito rito.

Caen mil lágrimas… qué dolor volver a dejarla partir… ¿y si tan sólo te quedaras unos minutos más, sólo unos días, sólo un momento…, si borrásemos esta página de nuestra historia y la escribimos de nuevo; si me llevas contigo y no volvemos a despedirnos nunca más?... Es que yo no comprendo lo que al pasar el umbral de lo terreno recién se comprende… pero ¿porqué debo renunciar una vez más, qué significa “dejar partir”?...

Ella ha venido a cuidar de mí, a recordarme lo que debo hacer, a mimarme con especial ternura… sus ojos me encandilan, sus caricias en mi rostro lloroso dibujan promesas, esperanzas…, pero... es que yo no quiero que te marches!!!...

Suena la alarma del despertador y me hace volver en sí; pero ante la eminente realidad soñada no logro comprender dónde comenzó el sueño ni dónde comienza la realidad… sólo el voltear y ver el lugar vacío me hacen comprender que ella estuvo conmigo aunque nunca más volverá a “estar”… pero ella estuvo aquí, de manera diferente ciertamente; y eso es algo que sólo yo puedo comprender… por muchas razones, claro!.

En mi cielo gris vuelve a aparecer mi “estrella”… brilla más intensamente que nunca, vive y sonríe como la estrella del Principito, guía mis pasos…

Sí, ¡Mi PE ha regresado para quedarse… y no volveré a dejarla partir!... ¡No!, no quiero que te vayas… Sí, mi Cristalito, estaré en ti mientras tu corazón me recuerde, estaré contigo siempre que me pienses y me evoques… Lo sé, serás por siempre “aquel ángel guardián que siempre me cuidará, que nunca me dejará..., tú seguirás viviendo en mi corazón” porque Te Amo y el amor es para siempre.

Perdóname por no hacer caso de tus advertencias.
Perdóname por haber faltado a nuestras promesas.
Perdóname por abandonarte.
Perdóname “mi lucerito” por no ver tu luz.
Perdóname “mi juguito de lima” por no buscarte para reconfortar mi alma.
Perdóname “mi platanito frito” por no encontrar el sabor y tu sabor por la vida en medio de todas las adversidades.

¿Olvidarte?... nunca más “PE”!!!... en mi irá siempre “Pu”… “Pa”… “Peta”… “Pioito”… tu nombre y todos los nombres que me diste y te di… Sigo siendo aquel “cristalito” tan frágil que siempre cuidaste con primor para evitar que se quebrara y que lágrima alguna cayera. Seguiré siendo tu “cristal” porque quiero que sigas cuidando de mí…

Tu carta de despedida de ¿? me ha servido para despedirme de ¿?, te he tenido más presente que nunca… pero no he podido evitar todo lo que ya tú sabes… y cien suspiros vuelan desde este tiempo hasta la eternidad.

¡Te amo PE!... por siempre…
Tu Cristal